Dos candidatos competirán en la elección presidencial del 17 de junio en Colombia, pero la paz será el tema principal.
A finales del 2016, el gobierno colombiano firmó un controvertido acuerdo con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), un grupo guerrillero. La temporada electoral siguió de cerca el acuerdo de paz — un tema divisivo que fue derrotado en un referéndum poco más de un mes antes de que el Congreso lo aprobara — convirtiéndolo en un tema de campaña polarizador.
La implementación de los ambiciosos acuerdos con las FARC sigue siendo un trabajo en progreso. Colombia también está negociando otro proceso de paz, con el grupo guerrillero Ejército de Liberación Nacional.
El próximo presidente deberá decidir si se mantendrá por este camino o tomará otra ruta.
Como ninguno de los cinco candidatos recibió más del 50% del voto en la primera vuelta de votación 27 de mayo, los dos candidatos principales, — el conservador Iván Duque y el izquierdista ex alcalde de Bogotá, Gustavo Petro — ahora se enfrentan en una segunda vuelta el 17 de junio.
Sus visiones para el futuro del país no podrían ser más distintas.
Paz en la agenda
Esta no es la primera vez que la paz ha sido votada en Colombia.
La violenta campaña de 52 años de las FARC en contra del gobierno constituyó el conflicto de más larga duración en el hemisferio occidental. De acuerdo con nuestra investigación sobre la violencia en Colombia, diferentes planes para reprimirla han tenido un lugar destacado en todas las elecciones colombianas desde 1998.
Pero este año es diferente. Luego de décadas de negociaciones estancadas, un proceso de paz está en marcha. Esta es la primera elección presidencial en Colombia en la cual las FARC participan no como un grupo armado, sino como un partido político.
Ahora los dos candidatos presidenciales difieren sobre qué debe suceder en adelante.
Duque, un senador derechista del Partido Centro Democrático, que recibió el 39% de los votos en la prinera vuelta, cree que el acuerdo es demasiado indulgente con los ex guerrilleros colombianos. Si es electo, promete renegociar los acuerdos para incluir el castigo por los crímenes de guerra de los combatientes desmovilizados.
Petro, que se ha comprometido a mantener el acuerdo actual con las FARC, ganó el 25% de los votos en mayo, compitiendo contra otros dos candidatos pro-paz. Petro perteneció a un grupo guerrillero: el M-19, que firmó un acuerdo de paz con el gobierno colombiano a principio de los años 90.
La diferencia en los enfoques hacia la paz es evidente en las páginas web de los candidatos. Duque ni siquiera menciona la palabra “paz”. Pero la paz es un elemento central de la agenda presidencial de Petro.
Izquierda v. derecha
El acuerdo con las FARC no es el único punto de discordia entre Duque y Petro. También representan posiciones ideológicas opuestas.
Duque, un aliado del poderoso ex presidente colombiano Álvaro Uribe, se opone al matrimonio gay, apoya castigos fuertes por el uso de drogas y cuenta con el apoyo de las organizaciones cristianas evangélicas.
Sus propuestas económicas reducirían los impuestos a los ricos y aumentarían la extracción minera y petrolera en Colombia.
Petro es un izquierdista fogoso. Como alcalde de Bogotá de 2012 a 2014, promovió los derechos humanos y dio paso a varios programas de bienestar social.
Pero se recuerda principalmente por un escándalo provocado por su administración cuando intentó hacerse cargo de la recolección de basura de la capital, entonces realizada por el sector privado. La basura se acumuló durante días.
En diciembre de 2013, Petro fue destituido por el procurador colombiano. Una orden judicial lo reincorporó a su puesto en abril de 2014.
Sus promesas de campaña incluyen luchar contra la evasión fiscal, aumentar las fuentes de energía renovables y reformar el código contributivo para penalizar a los grandes terratenientes que dejan sus tierras en el abandono.
Exageraciones y campañas de difamación
La visión de los dos candidatos sobre el futuro de Colombia difieren tan dramáticamente que cada uno ha sido acusado de representar un peligro para la nación. Campañas de medios sociales bien diseñadas, cuyos orígenes siguen siendo en gran medida desconocidos, han difundido historias de noticias falsas, fotos modificadas y desinformación sobre ambos durante toda la campaña presidencial.
Duque es representado como un monstruo que destruirá el proceso de paz y socavará la democracia colombiana. También es ridiculizado por ser un fantoche que permitirá que el ex presidente Uribe — una figura profundamente divisiva acusada de tener vínculos con el narcotráfico — vuelva a controlar el país, a pesar de que tiene prohibido constitucionalmente buscar otro mandato.
Se dice que Petro es un marxista y un seguidor del fallecido líder populista venezolano Hugo Chávez, quien conducirá a Colombia a una distopía económica y social. Su gestión de Bogotá se describe como caótica.
Estas campañas en medios sociales promueven unas visiones muy exageradas de la realidad.
Pero están funcionando. Las encuestas muestran que muchos votantes colombianos decidieron votar el 27 de mayo motivados mayormente por miedo: votaron en contra de Petro o Duque, no por ellos.
En este sentido, las campañas de desinformación en línea de Colombia rememoran los esfuerzos de polarización electoral en línea que precedieron a las principales papeletas en los Estados Unidos y el Reino Unido en 2016.
¿Qué viene ahora?
Las dos campañas también han alimentado esta retórica extrema a lo largo de la temporada de campaña.
Para ganar el domingo, Duque necesita apoyo de los partidarios del candidato derechista de línea dura Germán Vargas Lleras, que recibió casi el 8% de los votos en la primera vuelta de votación. También debe seducir a los centristas inclinados hacia su política, pero con miedo de que la democracia sufra bajo la renovada influencia del ex presidente Uribe.
Petro precisa ganarse la confianza de los partidarios de Sergio Fajardo, el ecuánime ex alcalde de Medellín, quien llegó casi en tercer lugar con un poco menos del 24 por ciento de los votos en mayo. También espera ganar izquierdistas quienes votaron por Humberto de la Calle, el principal negociador del acuerdo de paz de Colombia en el 2016.
Estos votantes moderados creen en el proceso de paz. Pero tienen dudas sobre el estilo de liderazgo de Petro y sus propuestas económicas radicales.
El que gane el 17 de junio enfrentará un reto enorme. Nada menos que el futuro de una nación peligrosamente frágil descansará en sus manos.
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Source: US-Politics