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Casi tres semanas después de que en Paraguay tuvieron lugar los comicios electorales para la elección de presidente, vicepresidente, el congreso y las gobernaciones, los resultados electorales siguen causando controversia.

El ganador de la jornada el 22 de abril – por una ajustada diferencia de apenas 3,7%, según los datos provisorios – fue el senador Mario Abdo Benítez, candidato presidencial del Partido Colorado que derrotó a su contrincante el opositor liberal Efraín Alegre, de la Alianza Ganar.

A partir del inicio del escrutinio oficial de actas electorales, se ha desatado una seguidilla de denuncias y protestas. Entre acusaciones de fraude de parte de la Alianza Ganar y el pedido de un recuento oficial, Alegre se negó a admitir la derrota.

Todo esto ha puesto en duda la fiabilidad no solo de los resultados sino del sistema electoral paraguayo en general, mi area de investigación académica. Sin embargo, el triunfo de Abdo ya es oficial.

Stroessner el dictador

Abdo es hijo del antiguo secretario privado del dictador paraguayo Alfredo Stroessner, quien gobernó Paraguay de 1954 a 1989.

Stroessner encabezó un proceso de modernización conservadora que impulsó el desarrollo de infraestructuras en este pequeño país sudamericano y lo orientó hacia la agroindustria. Bajo su mandato, la economía creció a un ritmo de 8% al año.

Al mismo tiempo, durante 35 años, erigió un régimen autoritario brutal. Arrojó como saldo más de 20 mil víctimas directas de violaciones de derechos humanos, con 18.772 torturadas, 9.862 personas detenidas en forma arbitraria, 3.470 exiliadas, 336 desaparecidas y 59 ejecutadas extrajudicialmente, según los informes de la Comisión de Verdad y Justicia. Paraguay tiene actualmente una población de 6.7 millones.

Alfredo Stroessner.
Store Norske Leksikon, CC BY-SA

El padre del actual presidente electo Mario Abdo Benítez, de mismo nombre, formó parte del círculo más íntimo del dictador, conocido como el cuatrinomio de oro. Como secretario privado de Stroessner, Abdo Benítez desarrolló el papel de articulador y referente de la juventud colorada que respaldaba el régimen stronista.

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Durante la campaña presidencial, Abdo evitó siempre colocarse en el lugar de defensor del dictador. Ante las consultas sobre cuál es su opinión de Stroessner, intentó separar la política represiva de otros aspectos de su régimen.

“[N]o puedo reivindicar la tortura, la corrupción, el autoritarismo, la persecución a la prensa,” dijo en una entrevista con el medio ABC, “Pero también, en su momento, cuando haya sentimientos menos apasionados, se va a poder hacer un juicio más equilibrado sobre Stroessner”.

A mi criterio, no caben dudas de que su nombre remite con fuerzas a los tiempos de la dictadura a una parte importante de la población.

El Partido Colorado domina

Pero vale reconocer también que casi un tercio los votantes registrados en el padrón electoral nacieron ya en tiempos de democracia. En este sentido, puede que el resultado ajustado tenga más que ver con algunas de las propuestas y posturas conservadoras de Abdo.

Antes de ser nominado como el candidato oficial del Partido Colorado, Mario Abdo empezó la precampaña electoral de 2017 criticando las políticas económicas y sociales del presidente Colorado Horacio Cartes. Incluso le cuestionó la utilización de su posición para facilitar la ampliación de sus negocios como magnate tabacalero.

Esta estrategia intentaba capitalizar un desgaste general con el Partido Colorado, tras largos años en el poder. Este partido, que es el partido de Stroessner, gobernó el Paraguay de forma ininterrumpida desde 1948.

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En 2008, los paraguayos eligieron como presidente a un sacerdote progresista, Fernando Lugo, pero fue destituido en 2012 antes de terminar su mandato de cinco años. Oficialmente, el Congreso destituyó al presidente, tras “la matanza de Curuguaty,” una violenta represión policial a campesino ocupantes de tierra que costó la vida de 11 campesinos y 6 policías.

Pero muchos paraguayos y observadores internacionales vieron la destitución de Lugo como un golpe de estado organizado por la derecha.

El Partido Colorado volvió al poder en 2013, con la elección del actual presidente, Horacio Cartes.

Una ola derechista

Una vez designado como candidato oficialista, Abdo se posicionó más cómodamente con posturas conservadoras tradicionales.

Ante las posiciones más progresistas de su adversario, Abdo defendió el servicio militar obligatorio para jóvenes paraguayos, explicando que el servicio militar no es solamente una oportunidad de educación sino “una herramienta más” para aquellas madres en situación de vulnerabilidad que no logran contener a sus hijos.

Abdo además se opuso a las demandas feministas de descriminalizar el aborto en Paraguay y prometió vetar cualquier intento de legalizar el matrimonio gay.

En general, estas consignas conservadoras no confrontaban posiciones de su adversario, ni respondían a propuestas concretas de la sociedad civil paraguaya. En mi análisis, no hubo chance real de que Paraguay impulsara leyes contra el servicio militar obligatorio ni a favor del matrimonio igualitario en esta coyuntura.

Pero azuzar el fantasma del progresismo ayudó a Abdo colocar a su adversario en situaciones incómodas, ante amplios sectores de la sociedad con marcado pensamiento conservador.

Al mismo tiempo que se proyectó a él mismo como defensor de los valores tradicionales católicos latinoamericanos, en un momento en el que toda la región está experimentando una gira hacia la derecha. Brazil, Argentina y Chile – anteriormente conocidos por su liderazgo de izquierda – también vieron a presidentes conservadores llegar al poder en los últimos años.

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Con el triunfo de Mario Abdo, el Paraguay continúa inscripto en la senda del conservadurismo, en la que se reencausó tras la destitución de Lugo en 2012. El presidente electo prometió sostener bajos impuestos pero buscar mejores formas de invertir en la educación y salud.

La salida de los outsiders

Pero en Paraguay parecería que lo viejo retorna con rostros renovados.

Hace una década, la entrada de figuras mediáticas, empresarios como el Presidente Cartes y “outsiders” como Lugo – un exobispo católico – a la escena política empujó a algunos analistas a vaticinar que Paraguay entraba una nueva era política.

Eso parece haber cambiado. Los mismos partidos de siempre volvieron a ser los grandes protagonistas de los últimos comicios, tanto al nivel nacional como a nivel local. Con políticos profesionales en las principales candidaturas.

Este retorno a la política tradicional ya comienza a notarse en las primeras designaciones del nuevo presidente electo. Los primeros anuncios de Abdo para su gabinete fueron en la Cancillería y el Ministerio del Interior, con dos políticos de larga trayectoria.

Marcando una diferencia con sus antecesor, Cartes, que había privilegiado a burócratas y gerentes del sector privado, Abdo volvió a considerar a exponentes del Partido Colorado para el nuevo gabinete. De esta forma, el retorno a las fuerzas tradicionales de su partido parecería ser la primera nota que marcará el inicio de su gobierno.

The Conversation

Ignacio González Bozzolasco does not work for, consult, own shares in or receive funding from any company or organization that would benefit from this article, and has disclosed no relevant affiliations beyond their academic appointment.


Source: US-Politics